Viernes 19 de febrero
La palabra de Dios es viva, y ejerce poder (Heb. 4:12).
Nunca se sabe qué efecto tendrá en alguien un texto bíblico bien elegido. Por ejemplo, dos Testigos de Australia llamaron a la puerta de una mujer joven. Uno de ellos le preguntó: “¿Sabe usted cómo se llama Dios?”. Y entonces le leyó Salmo 83:18. La joven cuenta el efecto que tuvieron en ella esas palabras: “¡No me lo podía creer! Cuando se fueron, subí a mi auto y fui a una librería que estaba a 35 millas [56 kilómetros] para comprobar si las otras Biblias decían lo mismo. También busqué el nombre en un diccionario. Cuando me convencí de que Dios se llama Jehová, me asaltó una gran pregunta: ‘¿Qué otras cosas no sé?’”. Poco después, ella y su futuro esposo comenzaron a estudiar la Biblia, y al cabo de algún tiempo se bautizaron. La Biblia cambia la vida de quienes la leen y aprenden a confiar en las promesas de Dios (1 Tes. 2:13). El mensaje de la Biblia tiene más poder para llegar al corazón que cualquier cosa que nosotros podamos decir. En efecto, la Palabra de Dios es viva y tiene mucho poder. ¡Usémosla siempre que podamos! w14 15/8 2:21, 22
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