Martes 9 de febrero
¿Es realmente el caso que Dios ha dicho que ustedes no deben comer de todo árbol? (Gén. 3:1.)
Después de preparar este hermoso planeta para que el hombre lo habitara, Jehová decretó, o decidió, tres cosas en cuanto a los seres humanos. Primero, que los crearía a su imagen. Segundo, que extenderían el Paraíso a toda la Tierra y la llenarían con hijos justos. Y tercero, que tendrían prohibido comer el fruto del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo (Gén. 1:26, 28; 2:16, 17). Después de la creación del hombre, ya solo tendrían que cumplirse los otros dos decretos. En un malvado intento de impedir que el propósito de Dios se cumpliera, Satanás provocó una rebelión. Para ello, concentró su ataque en el decreto que más fácilmente podía frustrar: el que exigía que los seres humanos fueran obedientes. Así pues, tentó a la primera mujer, Eva, para lograr que comiera del fruto prohibido (Gén. 3:1-5; Rev. 12:9). De ese modo puso en duda que Dios tuviera derecho a gobernar a su creación. w14 15/10 1:4, 5
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