Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos (Efes. 4:32).
Algo importantísimo para que el matrimonio sea fuerte es hablarse con cariño. Por desgracia, algunos se dirigen con más respeto a completos extraños que a su propia pareja. ¡Y hay quienes hasta tratan mejor a sus mascotas! Si se hablan con “amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa”, solo consiguen debilitar las defensas espirituales de su matrimonio (Efes. 4:31). En vez de minar su relación con constantes críticas o comentarios sarcásticos, las parejas deben reforzarla hablándose con cariño y ternura, y sin herir sus sentimientos. Los matrimonios no resolverán sus problemas gritando o negándose la palabra. Por otro lado, si impiden que los desacuerdos se vuelvan frecuentes o que acaben en discusiones interminables, lograrán fortalecer su relación. Por eso, incluso en momentos difíciles, usemos palabras amables y un tono agradable (Col. 4:6). w15 15/1 4:13-15
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