Martes 10 de mayo
El reino de los cielos llegará a ser semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del novio (Mat. 25:1).
El novio de esta parábola es Jesús. Lo sabemos porque ya anteriormente se había comparado a sí mismo con un novio (Luc. 5:34, 35). Las vírgenes son el “rebaño pequeño” de cristianos ungidos. ¿Cómo llegamos a esa conclusión? Según la parábola, las vírgenes debían estar preparadas y tener las lámparas encendidas para cuando llegara el novio. Pues bien, Jesús dio a sus seguidores ungidos instrucciones muy parecidas: “Estén ceñidos sus lomos y encendidas sus lámparas, y sean ustedes mismos como hombres que esperan a su amo cuando vuelve de las bodas” (Luc. 12:32, 35, 36). Además, los apóstoles Pablo y Juan compararon a los ungidos con vírgenes (2 Cor. 11:2; Rev. 14:4). De modo que el consejo y la advertencia de la parábola que encontramos en Mateo 25:1-13 es para los ungidos. w15 15/3 2:2, 4
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