Miércoles 18 de mayo
No debes tomar venganza ni tener rencor contra los hijos de tu pueblo; y tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo (Lev. 19:18).
Para agradar a Dios, debemos obedecer siempre sus leyes y principios, y nunca restarles importancia ni adoptar una actitud indiferente. Aunque ya no estamos obligados a cumplir la Ley que dio a Moisés, esta nos ayuda a percibir lo que es correcto o incorrecto desde el punto de vista de Dios. Por ejemplo, Jehová no quiere que nos venguemos ni que guardemos rencor (Rom. 12:19). Si pasáramos por alto lo que nos pide, estaríamos manchando su nombre y agradando a Satanás. Por eso, cuando alguien nos ofende, no debemos permitir que el resentimiento se apodere de nosotros. La Biblia dice que somos “vasos [o recipientes] de barro” llenos de un tesoro: el ministerio (2 Cor. 4:1, 7). No podemos meter en el mismo recipiente un tesoro tan valioso como el ministerio y un ácido tan corrosivo como el rencor. w14 15/11 3:3, 4
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