Una palabra a su tiempo apropiado, ¡oh, cuán buena es! (Prov. 15:23.)
Podemos estimular a los hermanos a progresar espiritualmente invitándolos a trabajar con nosotros. Si un joven es hábil con la tecnología, un anciano podría pedirle que imprimiera alguna información de jw.org que animara a los hermanos mayores que no tienen computadora. O si estamos efectuando trabajos de limpieza o reparación en el Salón del Reino, ¿por qué no pedirle a un joven que nos ayude? Eso nos permitirá observarlo, así como felicitarlo y ver el efecto que esto tiene en él. Más y más personas están entrando en la congregación mundial, y todos los cristianos con experiencia —no solo los ancianos— pueden ayudar a los jóvenes y a los recién bautizados a desarrollar todo su potencial. De ese modo, cada vez habrá más hermanos que sean ministros de tiempo completo y que estén “capacitados para enseñar a otros” (2 Tim. 2:2). w14 15/6 4:18, 19
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