Si no tiene lo suficiente para una oveja, entonces tiene que tomar dos tórtolas o dos pichones (Lev. 12:8).
La Ley que se le dio a Moisés estipulaba que los israelitas ofrecieran sacrificios (Lev. 9:1-4, 15-21). Dichos sacrificios no podían tener defectos, pues apuntaban al sacrificio perfecto de Jesús. Además, cada uno tenía que hacerse de una manera concreta. Por ejemplo, Levítico 12:6 explica lo que debía hacer una mujer después de dar a luz: “Al cumplirse los días de su purificación por hijo o por hija, traerá un carnero joven en su primer año para una ofrenda quemada y un pichón o una tórtola para una ofrenda por el pecado, a la entrada de la tienda de reunión, al sacerdote”. Aunque las instrucciones eran muy específicas, la Ley deja claro que Jehová es un Dios razonable y amoroso, como lo demuestra el texto de hoy. Aunque fuera pobre, Jehová amaba y valoraba a esa madre igual que a la que podía ofrecer un animal más costoso. w14 15/11 3:11
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