Domingo 31 de enero
Hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado (Juan 8:28).
Los hijos de Noé ayudaron a su padre a construir el arca y entraron en ella cuando llegó el Diluvio (Gén. 7:1, 7). Gracias a que valoraron lo que habían recibido de su padre, tuvieron el privilegio de evitar que desapareciera la humanidad y de restablecer la adoración verdadera en un planeta completamente limpio (Gén. 8:20; 9:18, 19). Hananías, Misael, Azarías y Daniel fueron llevados a Babilonia en el año 617 antes de nuestra era. Podrían haber adoptado el estilo de vida de los babilonios. Pero no estuvieron dispuestos a hacerlo. Sus acciones dejaron claro que valoraban su herencia espiritual, lo que sus padres les habían enseñado. Jehová los bendijo mucho por no haber olvidado las lecciones espirituales que recibieron de pequeños (Dan. 1:8, 11-15, 20). Jesús aprendió muchas cosas de su Padre, y tenía mucho aprecio por ellas. Y quería que otros llegaran a beneficiarse de lo que él había aprendido (Luc. 4:18, 43). Ayudó a las personas que lo escuchaban a darse cuenta de la importancia de “no [ser] parte del mundo” (Juan 15:19). w14 15/12 4:9-11
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