Domingo 3 de enero
Por fe Moisés, ya crecido, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón (Heb. 11:24).
Moisés sabía lo que Egipto podía ofrecer. Pertenecía a la casa real y “fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios” (Hech. 7:22). Tenía a su alcance riquezas, poder y privilegios con los que un egipcio común tan solo podía soñar. Aun así, a la edad de 40 años tomó una decisión que debió dejar perpleja a la familia real, que lo había adoptado. Ni siquiera eligió la vida “normal” de cualquier egipcio, sino una vida junto a esclavos. ¿Por qué? Porque tenía fe (Heb. 11:24-26). Gracias a esa fe, vio más allá del mundo material que lo rodeaba. Como era un hombre espiritual, tuvo fe en “Aquel que es invisible”, Jehová, y en que él cumpliría sus promesas (Heb. 11:27). Nosotros también tenemos que ver más allá de lo que contemplan nuestros ojos físicos. Debemos ser “de la clase [de personas] que tiene fe” (Heb. 10:38, 39). w14 15/4 1:1-3
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