El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo? (Jer. 17:9.)
Hoy día, los médicos utilizan la tecnología más moderna para examinar el corazón y comprobar su estado. No obstante, Jehová va mucho más allá, como hizo en tiempos de Jeremías. Está especialmente capacitado para ello, según indican sus palabras: “Yo, Jehová, estoy escudriñando el corazón, [...] para dar a cada uno conforme a sus caminos, conforme al fruto de sus tratos” (Jer. 17:10). Escudriñar el corazón no exige un examen médico del órgano literal, que en setenta u ochenta años puede latir unos 3.000 millones de veces. Más bien, Jehová se refirió al corazón simbólico, que representa lo que la persona es en su interior y engloba sus deseos, pensamientos, inclinaciones, actitudes y metas. Ese “corazón” está en todos nosotros. Dios puede examinarlo, y, hasta cierto grado, nosotros también. w13 15/3 2:6
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