Los muertos mismos no alaban a Jah (Sal. 115:17).
“¿Cómo te sientes?” Esta pregunta tan común esconde una triste realidad. Ya que nuestros primeros padres permitieron que Satanás los alejara de Jehová, todos enfermamos. El Diablo se alegra de nuestras dolencias, pues estas nos dificultan servir a Dios. Y si morimos, no podemos servirle en absoluto. Por eso, es natural que hagamos lo posible por estar sanos y que nos preocupemos por la salud de los hermanos en la fe. Sin embargo, no está bien promover productos y tratamientos de salud o belleza antes o después de las reuniones en el Salón del Reino o de las asambleas. Cuando utilizamos esas ocasiones para ofrecer consejos o productos de salud, sea que nos los pidan o no, le quitamos importancia al objetivo espiritual de las reuniones y podemos robarles el gozo a otros cristianos (Rom. 14:17). Recuerde que cada persona debe tomar sus propias decisiones respecto a su salud y que nadie tiene el remedio para todas las enfermedades. w13 15/1 3:7-9
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