Dejen de juzgar, para que no sean juzgados (Mat. 7:1).
Si un hermano en la fe se ha debilitado por problemas personales, en vez de juzgarlo o sospechar de él, lo más importante para nosotros deber ser ayudarlo espiritualmente (1 Tes. 5:14). Si nos paramos a pensar en las circunstancias de nuestros hermanos, quizás veamos su aparente debilidad de otra manera. Por ejemplo, algunas hermanas que llevan años aguantando la oposición de su familia pueden parecer débiles, pero ¿verdad que demuestran una fe y una fuerza interior sobresalientes? O cuando vemos a una madre sola asistir regularmente a las reuniones con sus hijos, ¿no nos impresionan su fe y su determinación? ¿Y qué hay de los adolescentes que siguen en la verdad a pesar de las presiones que soportan en la escuela? En vista de todo lo que hacen nuestros hermanos por servir a Jehová, está claro que, aun si parecen débiles, pueden ser “ricos en fe” (Sant. 2:5). w14 15/6 3:9, 10
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