No es así entre ustedes; antes bien, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que ser ministro de ustedes (Mat. 20:26).
Jesús espera que los ancianos cristianos traten al rebaño de la misma forma que él lo trató. Deben estar dispuestos a ser los siervos de sus hermanos, no sus amos. Pablo manifestó esa humildad, como lo demuestran estas palabras que les dirigió a los ancianos de Éfeso: “Bien saben ustedes cómo desde el primer día que puse pie en el distrito de Asia estuve con ustedes todo el tiempo, sirviendo como esclavo al Señor con la mayor humildad mental”. El apóstol deseaba que aquellos ancianos ayudaran a los demás con entrega y humildad. Luego les dijo: “En todas las cosas les he exhibido que por medio de laborar así tienen que prestar ayuda a los que son débiles” (Hech. 20:18, 19, 35). En otra ocasión les escribió a los cristianos corintios que él no era amo de su fe, sino un humilde colaborador que quería ayudarles a servir a Jehová con gozo (2 Cor. 1:24). En efecto, Pablo dejó un magnífico ejemplo de humildad y laboriosidad para los ancianos de hoy. w13 15/11 5:9, 10
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