Día y noche lee la ley de Dios en voz baja (Sal. 1:2).
Leer la Biblia “en voz baja” le será muy provechoso. Para ilustrarlo, piense en un cristiano joven que en su programa de lectura personal llega a las profecías de Oseas. Tras leer “en voz baja” los versículos 11 a 13 del capítulo 4, se detiene. ¿Por qué? Esos versículos le llaman la atención porque los muchachos de la escuela lo presionan para que tenga relaciones sexuales. Reflexiona sobre ese pasaje y se dice: “Jehová ve los pecados que uno comete en privado. Yo no quiero herirlo”. Teniendo esto presente, se resuelve a obedecer las normas morales de Dios. Piense también en una cristiana que lee el libro de Joel y llega al capítulo 2, versículo 13. Al leerlo “en voz baja”, medita en cómo puede imitar a Jehová, que es “benévolo y misericordioso, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa”. Como resultado, se propone no recurrir más a las burlas y palabras hirientes que a veces usa al hablar con su esposo y otras personas. w13 15/4 1:4-6
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