He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo (Juan 17:6).
Los maestros religiosos hicieron que la gente dejara de usar el nombre de Dios mucho antes de que Jesús viniera a la Tierra. Podemos estar seguros de que Jesús rechazó tajantemente esa costumbre antibíblica. Les dijo a sus enemigos: “Yo he venido en el nombre de mi Padre, pero ustedes no me reciben; si algún otro llegara en su propio nombre, recibirían a ese” (Juan 5:43). Y pocos días antes de morir, expresó su principal interés en la vida al pedirle a su Padre: “Glorifica tu nombre” (Juan 12:28). No es de extrañar que este tema surja vez tras vez en la oración que aparece en el capítulo 17 de Juan. Jesús pronunció entonces estas palabras: “Padre santo, vigílalos por causa de tu propio nombre que me has dado” (Juan 17:11). w13 15/10 4:9, 10
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