Un corazón que está gozoso hace bien como sanador (Prov. 17:22).
El sentido del humor puede hacer más llevaderas las dificultades que surgen en el día a día en el cuidado de las personas de edad avanzada (Ecl. 3:1, 4). Muchos hermanos mayores evitan ser demasiado exigentes. Comprenden que la calidad de la atención y la cantidad de visitas que reciban dependerán de su propia actitud. No es raro oír decir a quienes visitan a un hermano mayor: “Yo iba con la intención de animarlo, pero fue él quien me animó a mí” (Prov. 15:13). Anhelamos el día en que el sufrimiento y los efectos de la imperfección sean cosa del pasado. Mientras tanto, los siervos de Dios debemos concentrarnos en el futuro eterno que nos aguarda. Sabemos que la fe en las promesas de Dios es un ancla en tiempos de angustia. Gracias a esa fe, “no nos rendimos; más bien, aunque el hombre que somos exteriormente se vaya desgastando, ciertamente el hombre que somos interiormente va renovándose de día en día” (2 Cor. 4:16-18; Heb. 6:18, 19). w14 15/3 3:18, 19
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