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lunes, 14 de marzo de 2016

Lunes 14 de marzo
Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal (Col. 4:6).

Cuando hablamos con nuestros hermanos, siempre tratamos de animarlos. Evitamos decir cosas que los hagan sentir mal (Efes. 4:29). Al predicar, nuestras palabras deben estar sazonadas “con sal”, es decir, debemos hablar con prudencia. Antes de dar nuestro mensaje, tratamos de pensar en lo que necesitan las personas y lo que les interesa. Nunca olvidemos esto: las palabras amables no solo abren puertas, sino también corazones. Si tenemos que explicar nuestras creencias, dejamos que la Biblia hable por nosotros. Citamos y leemos de ella cada vez que podemos, pues reconocemos que sus palabras son mucho más convincentes que cualquier cosa que podamos decir (Heb. 4:12). El buen juicio nos ayuda a controlar nuestras emociones y a no enojarnos fácilmente (Sant. 1:19). Cuando alguien nos ofende, intentamos ponernos en su lugar. Así nos resulta más fácil mantener la calma y “pasar por alto la transgresión” (Prov. 19:11). w15 15/2 2:15, 16

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