Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo tienen donde posarse,
pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza (Mat. 8:20).
Jesús animó a sus discípulos a tener un ojo sencillo (Mat. 6:22). El precursor que quiere aprender del ejemplo de Jesús debe tener presente que cuantas más cosas posea, más tendrá que mantener, reparar o reemplazar. Comprende que si tiene el privilegio de ser un siervo de tiempo completo no es por algún mérito especial de su parte. Más bien, cualquier dádiva o puesto de servicio que uno tenga se debe a la bondad inmerecida de Dios. Por ello, los precursores deben confiar en Jehová para perseverar (Filip. 4:13). Tendrán problemas y dificultades (Sal. 34:19). Pero cuando surjan, deben buscar la guía de Jehová y permitirle que los ayude, en vez de renunciar enseguida a su privilegiada labor (Sal. 37:5). A medida que vean el apoyo amoroso de su Padre celestial, se sentirán más y más cerca de él (Is. 41:10). w13 15/9 5:14, 15
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