Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16).
En este contexto, la expresión mundo se refiere a la humanidad, así que este regalo generoso es para todos los que lo acepten. Quienes ejerzan fe en Jesús recibirán “vida [...] en abundancia”, vida eterna (Juan 10:10). ¿Cómo podemos imitar la generosidad de Jehová? Tal como él “nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas” y seamos felices, nosotros debemos estar “listos para compartir” con los demás lo que tenemos y así contribuir a su felicidad (1 Tim. 6:17-19). Es un placer emplear tales bienes para dar regalos a nuestros seres queridos y ayudar a los necesitados (Deut. 15:7). ¿Qué podríamos hacer para no olvidarnos de ser generosos? Hay cristianos que han adoptado esta práctica norma: siempre que reciben un regalo, buscan una oportunidad para hacer un regalo a alguien más. En la congregación cristiana tenemos la bendición de contar con innumerables hermanos que cultivan ese espíritu de generosidad. w13 15/6 2:8, 9
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