Junten primero la mala hierba (Mat. 13:30).
Al avanzar la labor de juntar la mala hierba, la distinción entre los cristianos verdaderos y los falsos se volvió cada vez más clara (Rev. 18:1, 4). En 1919 se hizo evidente que Babilonia la Grande había caído en el sentido de que los cristianos verdaderos se habían liberado de ella. Pero ¿qué fue lo que en particular distinguió a los cristianos verdaderos de los falsos? La obra de predicar. Quienes dirigían a los Estudiantes de la Biblia comenzaron a recalcar la importancia de participar personalmente en la difusión del mensaje del Reino. Por ejemplo, el folleto To Whom the Work Is Entrusted (A quiénes se les confía la obra), publicado en 1919, animó a todos los cristianos ungidos a predicar de casa en casa. Decía así: “La obra parece abrumadora, pero pertenece al Señor y, con su apoyo, la llevaremos a cabo. Ustedes tienen el privilegio de participar en ella”. ¿Cómo respondieron los hermanos? Según indicó en 1922 la revista que hoy conocemos como La Atalaya, la predicación de casa en casa se convirtió en poco tiempo en una marca distintiva de aquellos fieles cristianos... ¡y lo ha sido hasta el día de hoy! w13 15/7 2:10, 11
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