La paz de Dios guardará sus corazones y sus facultades mentales (Filip. 4:7).
Ver los penosos efectos de la edad en nuestros padres es desalentador. Muchos cuidadores se sienten tristes, preocupados, frustrados, enojados, culpables o hasta resentidos. A veces, las personas mayores dicen cosas poco amables o se muestran desagradecidas. Si eso ocurre, no se ofenda fácilmente. Las obligaciones que conlleva atender a nuestros padres en su vejez pueden ser complejas y emocionalmente agotadoras. No hay un conjunto de soluciones acertadas. No obstante, si hacemos buenos planes, colaboramos con toda la familia, nos comunicamos con franqueza y, sobre todo, oramos con fervor, podremos cumplir con la obligación de honrar a nuestros seres queridos. De ese modo, tendremos la satisfacción de saber que están recibiendo la atención y los cuidados que necesitan (1 Cor. 13:4-8). Y lo más importante, podemos estar seguros de que tendremos paz mental y la bendición de Jehová. w14 15/3 4:16, 18
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