No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo (1 Juan 2:15).
Si queremos ser santos, tenemos que rechazar los pensamientos y deseos impropios. Jehová espera que lo amemos con “un corazón limpio” (1 Tim. 1:5). Pero no olvidemos que el corazón es traicionero; quizá no nos demos ni cuenta de cuánto nos afectan “las cosas que están en el mundo” (Jer. 17:9). Es esencial que hagamos caso de este consejo de Pablo: “Sigan poniéndose a prueba para ver si están en la fe, sigan dando prueba de lo que ustedes mismos son” (2 Cor. 13:5). Cuando estudiemos la Biblia, preguntémonos: “¿Agradan a Dios mis pensamientos y deseos?”. Otro factor que nos ayudará a rechazar “las cosas que están en el mundo” es tener presentes estas palabras de Juan: “El mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17). El sistema de Satanás da la impresión de ser real y permanente, pero llegará el día en que se desplome. No nos dejemos engañar: nada de lo que nos ofrece este mundo perdurará. w13 15/8 4:5, 17, 18
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