Vayan, coman las cosas grasas y beban las cosas dulces, y no se sientan heridos, porque el gozo de Jehová es su plaza fuerte (Neh. 8:10).
Aquella asamblea no era el momento de confesar públicamente los pecados. Se trataba de un día festivo, un día para adorar a Jehová con alegría (Núm. 29:1). El pueblo hizo caso de las palabras de Nehemías, y su tristeza se transformó en “un gran regocijo”. Al día siguiente, los cabezas de familia se reunieron para estudiar la Ley y ver qué podían hacer para cumplirla mejor. En cuanto descubrieron que en ese mismo mes, del 15 al 22, debía celebrarse la fiesta de las Cabañas, que concluía con una asamblea solemne, empezaron a hacer los preparativos. Aquella resultó ser una de las mejores fiestas de las Cabañas desde los días de Josué. En efecto, el pueblo sintió un “regocijo muy grande”. Un aspecto importante de la fiesta era que debía leerse en voz alta la Ley de Dios, y eso fue lo que hicieron “desde el primer día hasta el último” (Neh. 8:12-18). w13 15/10 3:3, 4
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