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domingo, 17 de agosto de 2014

Domingo 17 de agosto



 
[Ustedes] no se pertenecen a sí mismos (1 Cor. 6:19).

La esclavitud nos hace pensar en personas oprimidas y encadenadas, cuyos sacrificios y trabajo solo benefician a sus exigentes amos. Jesús indicó que sus discípulos serían humildes siervos, o esclavos, pero el yugo que aceptan los cristianos verdaderos no los degrada ni oprime. Al contrario, les concede dignidad, confianza y respeto. Veamos, por ejemplo, lo que poco antes de morir predijo Jesús sobre un “esclavo fiel y discreto” al que encargaría ciertos deberes (Mat. 24:45-47). Es de interés que, en un relato paralelo, a dicho esclavo se le llama “mayordomo” (Luc. 12:42-44). Aunque hoy día la mayoría de los cristianos fieles no forman parte del grupo simbolizado por “el mayordomo fiel”, a todos los siervos de Dios se nos ha encargado un trabajo semejante al de un mayordomo. w12 15/12 2:1-3


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