Nadie que ha puesto la mano en el arado y mira a las cosas que deja atrás es muy apto para el reino de Dios (Luc. 9:62).
Asistir a las reuniones de congregación y participar regularmente en el ministerio del campo y en otros deberes teocráticos es muy bueno. Pero servir a Dios con un corazón completo implica más (2 Crón. 25:1, 2, 27). Si en el fondo un cristiano sigue amando “las cosas que [ha dejado] atrás” —es decir, las que forman parte del estilo de vida del mundo—, corre el peligro de perder la aprobación de Jehová (Luc. 17:32). A fin de ser “apto[s] para el reino de Dios” es indispensable obedecer este mandato: “Aborrezcan lo que es inicuo; adhiéranse a lo que es bueno” (Rom. 12:9). Así pues, todos debemos cuidarnos para que nada de lo que hay en el mundo de Satanás, por muy ventajoso o atractivo que parezca, nos impida servir a Jehová con un corazón completo (2 Cor. 11:14; Filip. 3:13, 14). w12 15/4 3:10, 13
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