Domingo 17 de abril
Jesús dio gran importancia a la predicación y, como resultado, hizo muchos discípulos. Pero sabía que aún quedaba trabajo por hacer. De hecho, ya les había dicho a sus discípulos: “Alcen los ojos y miren los campos, que están blancos para la siega” (Juan 4:35-38). ¿A qué se refería? A las personas de buen corazón que con el tiempo seguirían sus pasos. Tal como un agricultor no dejaría desatendido un campo listo para la cosecha, él no iba a dejar desatendidas a todas aquellas personas. Por eso, antes de ascender al cielo, dijo a sus seguidores: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos” (Mat. 28:18-20). Jesús les encargó una misión muy importante, un tesoro muy valioso: el ministerio cristiano (2 Cor. 4:7). En realidad les estaba encargando “sus bienes”, sus talentos (Mat. 25:14). En otras palabras, los talentos representan la responsabilidad de predicar y hacer discípulos. w15 15/3 3:6, 7
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