Domingo 3 de abril
Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones (Mat. 28:19).
Con el tiempo, los discípulos predicarían las buenas nuevas del reino “en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones” (Mat. 24:14). Aunque ellos amaban a Jesús y el mensaje que tenían que predicar, seguramente se preguntaban cómo iban a cumplir su comisión. Eran solo unos pocos. Además, predicaban que Jesús era el Hijo de Dios; pero a Jesús se le había dado muerte. A ellos se les consideraba “iletrados y del vulgo”, gente común que había recibido muy poca educación (Hech. 4:13). Y el mensaje que debían proclamar iba en contra de lo que enseñaban los prominentes líderes religiosos. A pesar de los obstáculos, aquellos discípulos se pusieron manos a la obra y llevaron el mensaje, no solo a Jerusalén y Samaria, sino a todo el mundo conocido en aquel entonces. En solo treinta años, las buenas nuevas se habían predicado “en toda la creación que está bajo el cielo” y estaban “llevando fruto y aumentando en todo el mundo” (Col. 1:6, 23). w15 15/2 3:1, 2, 4
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