Las naciones mentalmente se hallan en oscuridad, y alejadas de la vida
que pertenece a Dios (Efes. 4:17, 18).
Muchos de los promotores de la teoría de la evolución sostienen que la vida surgió sin la intervención de una fuerza inteligente, sin necesidad de un Creador. Hay quienes hasta han dicho que el ser humano es solo un animal más y que, por tanto, no debe sorprendernos que a menudo tenga un comportamiento animal. Opinan que los fuertes que oprimen a los débiles solo están siguiendo las llamadas leyes naturales. De ahí que muchos crean que las injusticias siempre existirán. Como vemos, la evolución deja a sus partidarios sin verdadera esperanza. Sin duda, la teoría de la evolución y las doctrinas falsas han contribuido a las calamidades que la humanidad ha padecido en estos últimos días (Rom. 1:28-31; 2 Tim. 3:1-5). Estas enseñanzas humanas no han producido ninguna buena noticia de efectos permanentes. Más bien, han dificultado que la gente acepte las buenas noticias que proceden de Dios (Efes. 2:11-13). w13 15/5 1:5, 6
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