Cuando alguien responde a un asunto antes de oírlo, eso es tontedad de su parte y una humillación (Prov. 18:13).
Los padres hacen bien en no precipitarse a opinar. Es verdad que no siempre es fácil quedarse callado cuando un hijo cuenta algo preocupante, pero es importante escucharlo atentamente antes de responder. Si usted mantiene la calma, no solo captará mejor lo que oiga, sino que sus hijos seguirán hablando. Para ofrecer ayuda, es indispensable que tenga el cuadro completo. Tras el “habla desatinada” puede haber un corazón agitado (Job 6:1-3). Los padres amorosos usan los oídos para entender a sus hijos y la lengua para curarlos. Hijos, también ustedes deben ser lentos “en cuanto a hablar”, sin rechazar de inmediato lo que les digan sus padres, ya que ellos tienen la responsabilidad de educarlos (Sant. 1:19; Prov. 22:6). Quizás ellos hayan atravesado situaciones como las que ustedes enfrentan ahora. Por eso, vean a sus padres como aliados y no como adversarios, como consejeros y no como enemigos (Prov. 1:5). w13 15/5 4:13, 14
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