Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa,
hagan todas las cosas para la gloria de Dios (1 Cor. 10:31).
Todos los días tomamos numerosas decisiones, de poca o mucha importancia. Según cierto estudio, más del 40% de nuestros actos no son deliberados, sino el producto de hábitos arraigados. Por ejemplo, es probable que cada mañana usted deba decidir qué va a ponerse. Quizás considere que eso es poco importante y no le dé muchas vueltas al asunto, sobre todo si tiene prisa. Pero es importante que piense si irá vestido como corresponde a un siervo de Jehová (2 Cor. 6:3, 4). Al comprar la ropa tal vez piense en estilos y tendencias, pero ¿qué hay de la modestia y el costo? Tomando buenas decisiones en campos como este podemos perfeccionar nuestras facultades perceptivas, y eso nos permitirá decidir bien en asuntos de mayor importancia (Luc. 16:10). w13 15/9 4:12
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