Les rogamos, hermanos, que no se dejen confundir tan fácilmente (2 Tes. 2:1, 2, Traducción en lenguaje actual).
En este mundo, los engaños y las mentiras son el pan de cada día. Y no es de extrañar, pues a medida que se acerca el fin de este sistema, Satanás se pone más furioso: sabe que apenas le queda “un corto espacio de tiempo” (Rev. 12:12). Es lógico, por tanto, que quienes se dejan llevar por él sean cada vez más mentirosos y traten de confundir sobre todo a los siervos del Dios verdadero. En ocasiones, la televisión, los periódicos y las páginas de Internet difunden mentiras descaradas o afirmaciones engañosas sobre los testigos de Jehová y sus creencias. Como resultado, hay quienes se escandalizan o incluso se molestan porque se creen esas falsedades. Pero podemos hacer frente a esta táctica desmoralizante del Diablo gracias a que contamos con la Palabra de Dios, que es “provechosa [...] para rectificar las cosas” (2 Tim. 3:16). w13 15/12 1:1-3
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