Sábado 24 de septiembre
En cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él (Gén. 2:17).
Adán informó a Eva del mandato que le había dado Dios. Ella lo conocía tan bien que fue capaz de repetirlo casi palabra por palabra (Gén. 3:1-3). Se lo repitió a una serpiente. Pero detrás de esa serpiente estaba Satanás, un hijo espiritual de Dios que se había dejado llevar por su deseo de poder e independencia (compare con Santiago 1:14, 15). Para lograr su malvado propósito, acusó a Dios de mentiroso. Le aseguró a Eva que no tendría que morir si desobedecía. Es más, le dijo que llegaría a ser como Dios (Gén. 3:4, 5). Eva le creyó y comió del fruto, demostrando así que quería ser independiente. Luego convenció a Adán de que hiciera lo mismo (Gén. 3:6, 17). Satanás la había engañado (1 Tim. 2:14). Y aunque Adán sabía que comer del fruto estaba mal, hizo caso a su esposa. La serpiente parecía ser buena, pero el cruel enemigo que se escondía detrás de ella conocía perfectamente las fatales consecuencias que tendría su mentira. w14 15/9 4:3, 5
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