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martes, 27 de septiembre de 2016

Martes 27 de septiembre
El procónsul se hizo creyente (Hech. 13:12).

Como los judíos estaban tan dispersados por el Imperio romano, muchos no judíos llegaron a conocer las Escrituras Hebreas. Aprendieron que solo hay un Dios verdadero y que quienes le sirven tienen que vivir según elevadas normas morales y éticas. Las Escrituras Hebreas también contenían muchas profecías sobre el Mesías (Luc. 24:44). Tanto los judíos como los cristianos veían esos escritos como Palabra de Dios, por lo que Pablo pudo aprovechar ese punto en común para llegarles al corazón a los que eran sinceros. Tenía la costumbre de ir a las sinagogas de los judíos y allí explicarles las Escrituras (Hech. 17:1, 2). Los judíos se reunían regularmente en sinagogas o en otros lugares al aire libre. Cantaban alabanzas, oraban y analizaban juntos las Escrituras. Los discípulos adoptaron las mismas costumbres y, de hecho, hoy seguimos un modelo parecido. w15 15/2 3:16, 17

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