Una cosa he pedido a Jehová... es lo que buscaré, que pueda morar en la casa de Jehová todos los días de mi vida (Sal. 27:4).
Los miembros del pueblo de Dios tenemos una preciosa oportunidad: hablarles a nuestros semejantes del nuevo mundo que Jehová ha prometido (2 Ped. 3:13). Allí, “los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz” (Sal. 37:11). “Edificarán casas, y las ocuparán”, y disfrutarán de “la obra de sus propias manos” (Is. 65:21, 22). No habrá más opresión ni pobreza ni hambre (Sal. 72:13-16). Babilonia la Grande no engañará a nadie más porque ya no existirá (Rev. 18:8, 21). Los muertos resucitarán y tendrán la oportunidad de vivir para siempre (Is. 25:8; Hech. 24:15). Un porvenir emocionante, ¿no es cierto? Los que nos hemos dedicado a Jehová somos millones. Ahora bien, para ver cumplidas esas promesas, cada uno tiene que seguir progresando espiritualmente, avanzando al paso de la organización de Dios. w14 15/5 4:16, 17