Por medio de tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra (Gén. 26:4).
La promesa registrada en el texto de hoy significó que el Mesías —la fiel “descendencia” mencionada en Génesis 3:15— vendría mediante la familia de Abrahán. Como Esaú era el primogénito de Isaac, tenía el derecho legal de heredar esa promesa. Un día en que regresaba del campo, Esaú vio a Jacob “cociendo un guisado” y le dijo: “¡Aprisa, por favor, dame un bocado de lo rojo... lo rojo que está allí, porque estoy cansado!”. Jacob le respondió: “¡Véndeme, ante todo, tu derecho de primogénito!”. ¿Qué decisión tomó Esaú? Por increíble que parezca, declaró: “¿Y de qué provecho me es una primogenitura?”. Así es, prefirió un plato de lentejas antes que su derecho de primogénito. Para legalizar la venta de ese derecho, Jacob demandó: “¡Júrame, ante todo!”. Sin pensarlo dos veces, Esaú accedió. Acto seguido, “Jacob dio a Esaú pan y guisado de lentejas, y él se puso a comer y beber. Entonces se levantó y se puso en marcha. Así que Esaú despreció la primogenitura” (Gén. 25:29-34). w13 15/5 5:7, 8
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