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viernes, 17 de junio de 2016

Feliz es cualquiera que obra con consideración para con el de condición humilde (Sal. 41:1).

Cuando ayudamos al “de condición humilde”, no solo imitamos a Jehová, sino que también obtenemos su aprobación (Efes. 5:1). Ahora bien, a veces quizá se nos haga difícil ayudar a algún hermano. ¿Por qué? Tal vez porque pensemos que lo que le pasa es problema suyo. O puede que, por no saber bien qué decirle, nos sintamos incómodos y por eso lo evitemos. Rosario, una hermana abandonada por su esposo, comenta: “Duele mucho que los hermanos te eviten o no hagan lo que uno esperaría de un buen amigo. En los malos momentos, necesitas tener amigos cerca”. El rey David sabía lo que es sentirse marginado (Sal. 31:12). Probablemente seamos más comprensivos si recordamos que muchos de nuestros queridos hermanos se han debilitado por adversidades como la mala salud, la depresión o vivir en un hogar dividido. Algún día nosotros mismos podríamos encontrarnos en una situación parecida. w14 15/6 3:7, 8

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