Acerquémonos con franqueza de expresión al trono de la bondad inmerecida, para que obtengamos misericordia y hallemos bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado (Heb. 4:16).
Jehová solo quiere nuestro bien (Sal. 1:1-3). Nos da guía en abundancia y justo cuando nos hace falta. Hasta Jesús, que era perfecto, necesitaba comunicarse constantemente con Jehová, así que oraba sin cesar. Y Jehová lo apoyó y lo dirigió de maneras extraordinarias. Envió ángeles para que le sirvieran, le dio su espíritu santo y lo guió cuando seleccionó a los 12 apóstoles. Además, habló desde los cielos para demostrar que su Hijo tenía su apoyo y aprobación (Mat. 3:17; 17:5; Mar. 1:12, 13; Luc. 6:12, 13; Juan 12:28). Nosotros, al igual que Jesús, tenemos que abrirle nuestro corazón a Jehová (Sal. 62:7, 8; Heb. 5:7). De esa forma podremos mantener una buena comunicación con él y vivir de tal modo que lo glorifiquemos. w14 15/8 4:15
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