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martes, 25 de agosto de 2015

Martes 25 de agosto

                             Abrahán vino a ser llamado “amigo de Jehová” (Sant. 2:23).

Muchas personas a las que hallamos en nuestro ministerio no consideran a Dios su mejor Amigo. ¿Cómo podemos ayudarlas? Examinemos las instrucciones que Jesús dio a 70 de sus discípulos cuando los envió a predicar de dos en dos: “Dondequiera que entren en una casa, digan primero: ‘Tenga paz esta casa’. Y si hay allí un amigo de la paz, la paz de ustedes descansará sobre él. Pero si no lo hay, se volverá a ustedes” (Luc. 10:5, 6). Nuestro trato amigable puede atraer a la gente a la verdad. Y puede disipar la hostilidad de quienes no nos reciben bien y allanar el camino para que otro día nos reciban mejor. Cuando encontramos personas que se aferran a la religión falsa o a costumbres antibíblicas, también las tratamos de manera pacífica y amigable. En nuestras reuniones damos un afectuoso recibimiento a quienes, por sentirse insatisfechos con esta sociedad moderna, desean aprender más sobre el Dios al que adoramos. w14 15/2 4:14, 15

                                                               Lunes 24 de agosto
                 No retengas el bien de aquellos a quienes se les debe (Prov. 3:27).

Las personas mayores a veces sufren pérdida de audición, vista o memoria, o también incontinencia, desorientación o depresión. Estos problemas de salud quizás puedan tratarse (Ecl. 12:1-7). Por eso es importante acudir al médico en cuanto surjan, y los hijos tal vez deban tomar la iniciativa en este asunto y, con el tiempo, en otros aspectos que antes estaban en manos de sus padres. A fin de cuidarlos lo mejor posible, tal vez deban convertirse en sus abogados, secretarios o choferes. Con el tiempo quizás haya que hacer cambios en la atención que reciben. Cuanto más pequeños sean tales cambios, más fácil les será adaptarse a ellos. Sin embargo, si ya no es seguro que vivan solos, hará falta más ayuda permanente. Sea cual sea la situación, averigüen qué servicios hay disponibles (Prov. 21:5). w14 15/3 4:10, 11

                                                    Domingo 23 de agosto
                Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra (Hech. 6:4).

Al igual que en el siglo primero, los ancianos cristianos que hoy día dirigen la predicación están dedicados “al ministerio de la palabra”. A la hora de tomar decisiones, buscan dirección en la Palabra de Dios, pues la consideran “una lámpara para [su] pie, y una luz para [su] vereda” (Sal. 119:105). También le piden con fervor a Jehová que los oriente (Mat. 7:7, 8). Les alegra muchísimo ver el avance de las buenas nuevas no solo en sus respectivas regiones, sino también por todo el mundo (Hech. 21:19, 20). Al tomar las medidas necesarias para que la predicación siga adelante, se fijan en lo que dicen las Escrituras y en la dirección del espíritu santo de Dios, en lugar de establecer incontables reglas y procedimientos (Hech. 15:28). Así, estos hermanos responsables dan un buen ejemplo a las congregaciones (Efes. 4:11, 12). w13 15/4 3:12, 13

                                                      Sábado 22 de agosto
                                          Esaú despreció la primogenitura (Gén. 25:34).

¿Qué destacan las Escrituras sobre la actitud de Esaú? Que para él era más importante satisfacer sus deseos que conseguir las bendiciones que recibiría como parte de su herencia. No valoraba su primogenitura y, en realidad, no amaba a Jehová. Además, no pensó en el efecto que su decisión tendría en sus descendientes. ¡Qué distinto fue Jacob! Él sí apreció su herencia. Lo demostró, por ejemplo, cuando siguió las instrucciones de su padre para elegir esposa (Gén. 27:46–28:3). Debido a que tomó una decisión que exigió paciencia y sacrificio, tuvo la recompensa de convertirse en antepasado del Mesías. ¿Qué pensaba Jehová de Esaú y Jacob? Mediante el profeta Malaquías, expresó: “Amé a Jacob, y a Esaú lo he odiado” (Mal. 1:2, 3). ¿Es la historia de Esaú significativa para los cristianos de hoy? Por supuesto que sí (Heb. 12:16). w13 15/5 5:8, 10, 11

                                                     Viernes 21 de agosto
                       Tú, oh Jehová, eres bueno y estás listo para perdonar (Sal. 86:5).

¿Qué muestra que el perdón de Jehová es permanente? Examinemos la profecía de Jeremías concerniente al nuevo pacto establecido con los cristianos ungidos, el cual hace posible el perdón de los pecados para quienes ponen fe en el rescate. Jehová prometió: “Perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado” (Jer. 31:34). Como vemos, él nos asegura que una vez que nos perdona algo, ya nunca toma medidas contra nosotros por esa ofensa. No la utiliza para acusarnos o castigarnos una y otra vez, sino que la perdona y la deja en el olvido para siempre (Rom. 4:7, 8). Podemos imitar a Jehová tomando la decisión consciente de perdonarnos unos a otros cuando haya razón para ello (Luc. 17:3, 4). Y nosotros también podemos olvidar las ofensas de otros si las dejamos atrás y nunca más las sacamos a relucir. w13 15/6 3:11, 13, 15

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