Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones (Mat. 28:19).
Jesús se interesó sinceramente por la gente. Prueba de ello es que curó enfermos y resucitó muertos. Sin embargo, su principal labor no fue curar en sentido físico. Su predicación y enseñanza tuvo un efecto mucho más duradero en las personas. ¿Por qué decimos esto? Porque aquellos a quienes curó o resucitó acabaron envejeciendo y muriendo, pero las personas que respondieron bien a su mensaje recibieron la oportunidad de vivir para siempre (Juan 11:25, 26). En la actualidad, la obra de predicar que Jesús inició en el siglo primero se lleva a cabo a una escala mucho mayor. En más de 230 países y territorios, más de siete millones de Testigos proclaman con entusiasmo el mensaje del Reino y dan clases de la Biblia a millones de personas. Esta obra es una prueba de que vivimos en los últimos días. w13 15/9 1:15, 16
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