Aunque a todos los demás se les haga tropezar respecto a ti, ¡a mí nunca se me hará tropezar! (Mat. 26:33.)
Cuando Jesús predijo que Pedro lo negaría tres veces, el apóstol insistió: “Aun cuando tenga que morir contigo, de ningún modo te repudiaré” (Mat. 26:34, 35). Pero tal como había predicho Jesús, Pedro negó conocerlo. Al darse cuenta de lo que había hecho, “lloró amargamente” (Luc. 22:60-62). Pedro aprendió la lección y venció su tendencia a confiar en sí mismo, y la oración debe haberle ayudado en este aspecto. De hecho, el consejo de ser “vigilantes en cuanto a oraciones” viene de él (1 Ped. 4:7). ¿Seguimos ese consejo inspirado? ¿Oramos “de continuo” mostrando así que dependemos de Jehová? (Mat. 26:41; Sal. 85:8.) Asimismo, recordemos la exhortación del apóstol Pablo: “El que piensa que está en pie, cuídese de no caer” (1 Cor. 10:12). w13 15/11 1:10, 11
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