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miércoles, 20 de mayo de 2015

Jueves 21 de mayo

               Ezequías siguió haciendo lo que era recto a los ojos de Jehová (2 Crón. 29:2).


Cuando el rey Acaz murió, en el año 746 antes de nuestra era, su joven hijo Ezequías heredó un reino de Judá totalmente arruinado, tanto en sentido material como espiritual. ¿Cuál sería su prioridad? ¿Sacar al país de la pobreza? No. Ezequías era un hombre espiritual, un valioso pastor para aquel rebaño compuesto por toda una nación. Lo primero que hizo fue restablecer la adoración pura y ayudar a aquella nación rebelde a recuperar su relación con Jehová. Comprendía lo que Dios esperaba de él y actuó con decisión (2 Crón. 29:1-19). Invitó a todo Judá e Israel a celebrar una gran Pascua (2 Crón. 30:25, 26). ¡Qué motivadora fue aquella celebración para todos los habitantes de Judá! En 2 Crónicas 31:1 leemos: “Tan pronto como acabaron todo esto, [...] procedieron a quebrar las columnas sagradas y a cortar los postes sagrados y a demoler los lugares altos y los altares”. De este modo tan impresionante, Judá comenzó a regresar a Jehová. w13 15/11 3:6, 8

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