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jueves, 13 de octubre de 2016

Viernes 14 de octubre
El que es tardo para la cólera es mejor que un hombre poderoso; y el que controla su espíritu, que el que toma una ciudad (Prov. 16:32).

Nunca debemos hablarles a otros de los defectos de nuestra pareja o quejarnos de sus faltas, ni siquiera en broma. Recordemos que el matrimonio no es una competencia para ver quién es más fuerte, quién grita más alto o quién dice cosas más hirientes. Claro, es normal que a veces el otro haga algo que nos moleste, pues todos somos imperfectos. Pero eso no nos da derecho a ridiculizarlo o avergonzarlo, a decirle cosas hirientes y, menos aún, a darle un empujón o hasta golpearlo (Prov. 17:27; 31:26). Requiere mucha fuerza moral imitar al hombre más grande que ha pisado la Tierra, Jesucristo, y controlar el carácter. El que maltrata verbal o físicamente a su esposa no demuestra ser muy hombre, y por supuesto no puede tener una amistad con Jehová. El salmista David, que era un hombre fuerte y valiente, escribió: “Agítense, pero no pequen. Digan lo que quieran en su corazón, sobre su cama, y callen” (Sal. 4:4). w15 15/1 3:16, 17

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