Que llegue a ti mi propio clamor por ayuda (Sal. 102:1).
El escritor del Salmo 102 estaba desesperado. Se sentía afligido por un profundo dolor, fuera físico o emocional, y no tenía fuerzas para enfrentarse a sus problemas (Sal. 102, encabezamiento). Sus palabras revelan que se hallaba absorto en sí mismo, en su dolor y soledad (Sal. 102:3, 4, 6, 11). Creía que Jehová quería desecharlo (Sal. 102:10). Como muestra el Salmo 102, quienes están en la fe pueden experimentar tanta angustia que no logren concentrarse en nada más. El salmista se sintió “como un pájaro aislado sobre un techo”, como si su única compañía fueran sus preocupaciones (Sal. 102:7). Si usted alguna vez se siente así, derrámele su corazón a Jehová, tal como hizo el salmista. Las oraciones del afligido —las de usted mismo— lo ayudarán a combatir los pensamientos negativos. Jehová ha prometido que “se volverá hacia la oración de los que están despojados de todo, y no despreciará su oración” (Sal. 10
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