Las personas maduras tienen sus facultades perceptivas entrenadas (Heb. 5:14).
Al dar clases bíblicas, podríamos limitarnos a pedirle al estudiante que lea las respuestas. Sin embargo, de esa manera frenaríamos su progreso espiritual. ¿Por qué? Porque si repite las respuestas sin meditar en ellas, será improbable que desarrolle raíces espirituales profundas, y es fácil que termine siendo como una planta que se marchita con el calor de la oposición (Mat. 13:20, 21). Para evitarlo, debemos preguntarle qué opina sobre lo que está aprendiendo. Intentemos descubrir si está de acuerdo o no. Y, aún más importante, procuremos que nos diga por qué piensa así. Entonces ayudémoslo a razonar basándose en las Escrituras, de modo que sea capaz de llegar por sí mismo a las conclusiones correctas. Si usamos con eficacia las preguntas, será más probable que los estudiantes se arraiguen sólidamente en la fe y resistan la presión de quienes se opongan a ellos o los aconsejen mal (Col. 2:6-8). w13 15/5 1:16
http://wol.jw.org/es/wol/mp/r4/lp-s/w13/2013/687
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